miércoles, 15 de abril de 2009

Anecdotario (1ª visita)

La niña me miraba con una de las sonrisas mas dulces que había visto nunca, pero sus ojos no me engañaban, esos si que los había visto en muchas mujeres de elevada edad. Era una señora con piel de niña, era una chiquilla que había vivido mucho a sus no mas de 12 años de edad.
Pero como todo, una niña ¿Quién haría caso a una niña en los negocios? Por lo que vi, muchos de nosotros deberíamos haber escuchado alguna vez a los niños, imaginación sin prejuicios, mentes brillantes salidas del país de los sueños.
Y se fue la luz… Ahí, en la recepción de ese otro hotelito en la costa; era pequeño, como todos en los que me alojo en mi vuelta al mundo. A oscuras, el señor recepcionista se volvía loco con su linterna intentando mirar todos los diferenciales de un gran cuadro de luces a su espalda. La niñita tarareaba una canción, seguramente popular, o seguramente no. Después de muchos segundos, minutos, horas, el señor intentaba encontrar el teléfono de algún tipo de dueño de la llama eterna. Yo le preguntaba sobre diferenciales, sobre cables, sobre la compañía eléctrica, … poniendo cada vez mas nervioso al Cerbero de la guarida. Ya casi le temblaba la voz; anochecía, el silencio era brutal, estábamos solos y él esperaba a un gran grupo de altos ejecutivos a los que no podía defraudar por falta de luz o cosas similares como falta de refrescos, un buen whisky o alguien que les terminase de satisfacer en las habitaciones.
Y el ángel abrió su boca y dijo con una voz salida de lo mas profundo del paraíso: “¿Será que se fundió la bombilla?”… No podría describir aquí cual fue la expresión de la cara de ese hombre, pero os aseguro que si el diablo subiese a la tierra con el mayor cabreo imaginable, seria mucho mas dulce. Esa mujer encerrada en sus 12 años de niña había resuelto, había aportado, había sido lo mas obvia, racional, tranquila,… lo teníamos delante todo el tiempo y nos complicamos todo el tiempo. Para variar… No miramos lo que teníamos delante, sino que complicamos, rizamos el rizo. Vaya lección, por lo menos a mi, me dio la niñita.
Finalmente, el dueño de la llama eterna no tenía que venir, finalmente no se habían quemado las instalaciones y finalmente, todos fuimos felices esa noche. Aunque creo que unos mas que otros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario